domingo, 10 de julio de 2011

La chica de sus sueños (escena #3)

No es presunción (tal vez un poquito, si acaso), pero alguna vez y por un momento muy breve, fui la chica de los sueños de alguien.
Literalmente.
Sí, de un muchacho desconocido; podría decirse que era guapo. Él tenía unos 18 años, yo estaba por cumplir 17.

Cuando me subí al autobús saliendo de la prepa, en mi rutinario camino de regreso a casa, por ir buscando noséqué en mi mochila no me fijé al lado de quien me estaba sentando. Cuando volteé a verlo pensé que era lindo, y fingí demencia volteando hacia el lado contrario mientras acomodaba mis cosas en mis piernas.
El camión empezó a avanzar. Más o menos a la mitad de mi camino, con algo de temor, volteé a verlo de nuevo. Simple curiosidad, me inquietaba estar al lado de alguien bonito.
Giré discretamente la cabeza y qué fue lo que encontré. El chico se había dormido.
No hice nada y regresé la mirada al frente. Medio asustada, con esa sensación de no saber qué hacer. Me fue imposible resistirme y unos minutos después giré de nuevo para observarlo: era encantador.

No cualquier persona tiene gracia para dormir, y mucho menos para verse bien mientras lo hace. Él sí. Se veía tan bien, hasta parecía que soñaba. El ruido, la gente, el movimiento brusco del camión, mi mirada; nada parecía molestarlo.
Me enternecí. Me sentí halagada de poder presenciar ese momento, y dichosa por tenerlo sentado a mi lado, casi nadie tiene el privilegio de presenciar algo así.

Cuando creí que nada podía ser mejor, la gravedad jugó de mi lado y empecé a sentir su cabeza recargarse en la mía. ¡No era posible tanto! Me emocioné. Y entonces me di cuenta que debía bajarme del autobús dentro de poco.
Siempre he sido una enferma mental y lo primero que se me ocurrió en ese momento fue sacar una libreta de la mochila, tomar una pluma morada (?) y escribir mi número de celular:
"618-1-12-63-3[...] Claudia", y alguna carita feliz por ahí.

Arranqué el pedazo de papel, lo hice bolita en mi mano y me preparé para bajar. Cuando se detuvo el autobús, moví ligeramente la cabeza para separarme de la suya; él se despertó. Volteó a verme, sin entender mucho lo que pasaba y un poco apenado. Sólo atiné a sonreirle y le entregué la notita arrugada.
En ese momento me empecé a sonrojar así que apresuré mi paso para bajarme.

Cuando mis dos pies estuvieron en la banqueta, caminé muy rápido hacia mi casa, como si quisiera alejarme del momento penoso que acababa de pasar. Como si quisiera huir del chico en caso que quisiera seguirme.
Todo el trayecto me preguntaba qué había pensado para hacer eso, cómo me había atrevido. Era un arrepentimiento instantáneo.

Nunca sabré qué pensó el chico cuando leyó el papel, ni qué pensó de mí.
Sólo sé que me llamó ese mismo día, "sólo para saludar". Nos presentamos y conversamos un poco. Acordamos ir unos días después a comer nieve al centro. Nos conocimos por segunda ocasión. Éramos muy diferentes, completamente diferentes. Nada en común. Lo que él tenía de guapo lo tenía de hueco.
Y de seguro, lo que yo tuve de misteriosa lo tengo de rara. O de fea.

Jamás nos volvimos a ver ni a llamar.
Fue un momentito nada más. Pero uno digno de contarse.

Bis Nachher

2 comentarios:

  1. No me había dado cuenta qué tan fascinada estaba con los espejos. Un día normal, tú visitas a tu Sophie y yo visito a mi Paulo, ambas cantamos, ambas besamos pieles muy tiernas, ambas quedamos desconcertadas de tanta novedad de pliegues y ruiditos venidos de otra estrella. Día normal.

    No me había dado cuenta de que existen los rabbit holes pero esa tarde normal voy al cine y en la pantalla dice rabbit hole, que yo escribo y reescribo en mi cabezota con doble t (tt).

    La película no tiene que ver contigo, no tiene que ver conmigo pero pienso en ti. Tú de tu lado te pones a escribir... Sin la película, sin la pantalla, sin las letras bien gordas y sin la doble bb,la construcción de rabbit hole tiene que ver con nosotras, con nuestras orejas y con los tutús que tú a veces usarás aunque sea a escondidas y que yo colecciono en mi cabeza. Todo tiene que ver con nosotras en una vida normal como la tuya, como la mía.

    ResponderEliminar
  2. Algún día haré algo parecido. Me quitaré el velo de la timidez y pobre dejar libre a mi niña interior.

    ResponderEliminar