martes, 7 de junio de 2011

Yo también estoy hasta la madre

De la inseguridad, de la violencia, de vivir con miedo, de la impunidad. Del cinismo y la grosería de nuestros gobernantes. Del estado fallido en el que estamos viviendo.

Sí, igual que muchísimos mexicanos más, yo también estoy hasta la madre. Me duele, me lastima la condición en que vivimos, lo que le estamos haciendo al país.
Y sí, también estoy en desacuerdo con las decisiones que toma la clase política. También repudio las acciones del poder judicial. También.

Incluso creo que, hasta cierto punto, estemos de acuerdo o no, todos estamos cansados. Hartos de las malas noticias, de los dimes y diretes, de las crisis y la psicosis colectiva. Todos estamos hasta la madre.

Sí. Pero hay algo que aún me molesta más. Que me hiere más. Que me cala más.
La indiferencia de aquellos a quienes debería en verdad preocuparles: Los jóvenes, mi generación.
Aquellos en quienes recaerán las consecuencias de esta guerra. En cuyas manos estará México dentro de unos años.

No estoy hasta la madre, sino lo que le sigue, de que los que me rodean se preocupen poco por el contexto en que viven. Que nos les interese lo que pasa fuera de sus círculos sociales, que crean que "a ellos no les va a pasar".
Que piensen que son "cosas" que le atañen a otros: a los políticos, a la policía, a nuestros papás... a los adultos.
¡Estoy hasta la madre de que no se den cuenta que ya somos adultos!

Me irrita su falta de responsabilidad y compromiso, no sólo con la sociedad, sino con ellos mismos.

Además de enojo, es impotencia. Incapacidad de hacerles entender, de hacerlos ver la realidad en que vivimos. Y tristeza. Desolación al saber que no será hasta que sean sus familiares o ellos mismos quienes sufran alguna desgracia.

Nunca he sufrido algún ataque violento, mis familiares no han sufrido ningún hecho desafortunado a causa del narco. Y sin embargo, no necesito que algo así me pase para darme cuenta que son acontecimientos diarios, cosas de todos los días: aquí, allá, en Coahuila, en Chihuahua, en todo México.
No necesito perder a un ser querido para reclamar mis garantías individuales, para pedir justicia, para voltear a ver a aquellos que sí los han perdido. Para rechazar la impunidad y la evasión del gobierno ante sus verdaderas responsabilidades.

No necesito que haya más muertos, que corra más sangre para levantarme y hacer oír mi voz. Para solidarizarme, para gritar, para abrazar a mis hermanos, para exigir que se actúe con justicia.

Porque yo no pedí esta guerra, ¿y ustedes? ¿Qué? ¿Van a esperar a que les pase antes de hacer algo? ¿Para darse cuenta? ¿Para opinar?

Tal vez ustedes no, pero yo YA ESTOY HASTA LA MADRE.